sábado, 25 de junio de 2011

Parte 1- La Visita Hacia La Tierra

Han pasado dos años. Dos largos y memorables años. El tiempo ha transcurrido y ya van dos años desde mi partida.
Las cosas han cambiado, parece como si hubiera sido ayer cuando tuve que marcharme. Fue muy doloroso aceptar que ya no me encontraba en este mundo, verdaderamente doloroso. No podía soportar que me alejaran de mis seres queridos, de mis pasiones. Pero entonces aprendí, que aunque este lejos, estoy demasiado cerca a ellos.
He recibido un permiso. Si, un permiso. Para bajar a la Tierra y visitar a cada una de los habitantes de esta. Me acerco a una onda de luces brillantes, que dejarían ciego a cualquier mortal que osara a verla. Sin embargo para mi es sumamente normal. Apenas pongo un pie dentro de esta y veo unas escaleras anchas con destellos luminosos en sus escalones.
Me pongo en marcha, camino y camino y nunca me canso, bajo las escaleras y al final de estas se encuentra un portón, el cual es vigilado por San Pedro.
-       Espero que disfrutes de tu visita a la Tierra Michael- me dice abriendo los grandes portones de oro-
-       Lo mismo espero yo, y gracias- y así emprendo mi marcha-
-       Suerte hijo.
Cuando me alejo del portón, lo suficiente como para verlo simplemente como un punto luminoso, mi vista se torna borrosa, y al instante me encuentro en un pasillo inmenso, blanco, resplandeciente, y al final, otras escaleras. Me dispongo a bajarlas.
Aquel camino se confundía con mi vestimenta blanca. Tenía un traje color blanco y una diminuta rosa blanca descansaba en un bolsillo de este. Tenia puesto un sombrero color blanco, de fieltro, mis favoritos. Me habían dicho que ese traje lo había diseñado yo, con mi autoestima. Me he convertido en un alma segura, adiós timidez, adiós miedo, porque para los ángeles no existe ningún tipo de sufrimiento. Solo presentamos emociones de amor, alegría y paz, sobre todo paz. Tengo tanta emoción, por fin podre ver a mis hijos, de hecho siempre los veo, siempre estoy presente con ellos, en sus sueños, tratando de que no se conviertan en pesadillas, y en sus pesadillas, luchando porque se conviertan en sueños bellos, en sus mas bellos momentos, siempre estoy ahí. Pero esto es distinto, por lo menos para mí. Estaré ahí, podre tocarlos, ellos podrán sentir mi esencia, tal vez, solo tal vez no puedan verme, han crecido demasiado y temo que estén madurando demasiado rápido y estén dejando atrás su alma de niños. Puede ser que simplemente me logre ver Blanket, mi pequeño Blanket.
Llego al final de las escaleras, y puedo percibir una puerta, ancha. La toco. Se siente, como de madera, muy parecida a las de Neverland. Oh, Neverland, como extrañare ese lugar, en donde los niños podían sacar al niño que tenían muy escondido, dentro de su alma. Sigo tocando la puerta y percibo la manija de la puerta. La giro. Al entrar, me llevo una gran sorpresa. ¡Me encuentro en Neverland! Cielos me siento tan feliz por estar de nuevo aquí, y ahora que nadie me ve… Me gustaría ponerme a inspeccionar, en que condiciones ha quedado esto. Se siente un ambiente de mucha soledad, eso me debilita. No tengo tiempo de quedarme, necesito ver a mis hijos, a mis hermanos, a mi madre, a varios amigos, y solo dispongo de un día para hacerlo. Me dirijo a la puerta principal, la abro y me dispongo a salir.
Al instante siento como una mano descansa en mi hombro derecho, no tengo miedo, simplemente volteo seguro, pero al hacer esto, abro los ojos asombrado.
-       ¿Liz? ¿Enserio eres tu Liz?- dije con una sonrisa formándose en mi cara-
-       Si Michael, soy yo – me dijo con una de esas hermosas sonrisas que tanto la caracterizaba, mientras me daba unos de sus tan comúnmente fuertes abrazos-
-       Oh Liz- dije mientras la abrazaba mas fuertemente, y despues de un momento, deshice el abrazo- cambiaste- le dije feliz, al notar como ella se veía mucho mas joven, casi al igual que yo, le calcule entonces como en su era, de los veintitantos. Se veía igual de hermosa como de costumbre, mi Liz, una de las personas mas importantes en mi vida-
-       Tu también querido- dijo riendo- todos tenemos que cambiar cuando nos encontramos en aquel lugar tan bello- dijo mientras señalaba el cielo con sus tan hermosos ojos color violeta- mira este cabello- comenzó a tocar mi cabello, y a aplanarlo de una forma tan graciosamente dulce- estos rizos que nunca se pudieron controlar- dijo riendo mientras seguía tocando mi cabello- parece algodoncillo de azúcar.
-       Tú también lo tienes rizado- aunque en realidad, Elizabeth tenia su cabello corto y ondulado, como casi siempre la vi- te extrañe mucho Liz.
-       ¿Tu a mi?- dijo graciosa- nos hiciste mucha falta Michael, cuando te marchaste. Todos te extrañamos mucho.
-       Lo se, los estuve viendo desde arriba. Los estuve cuidando siempre.
-       Bien- dijo esbozando otra de sus bellas sonrisas- ahora soy yo, la que ha venido a cuidarte.
-       ¿Tu?- pregunte sin entender-
-       Exactamente, San Pedro me pidió acompañarte, y yo acepte, tenia tiempo que no te veía. Además, no hace daño un poco de compañía ¿no crees?- dijo guiñando un ojo-
-       - Comencé a reírme, feliz, porque estaría junto a mi mejor amiga, visitando a mis seres amados-
-       Pero creo que hay que apurarnos, el tiempo pasara muy rápido, no quisiera que se te hiciera tarde.
-       No ocurrirá nada Liz, para nosotros, el tiempo pasa de una manera rápida, cuando realmente va en un curso completamente lento.
-       Pero igualmente, quiero visitar a tus hermanos, a la pequeña Janet, a tus bellos hijos, a todos.
-       Bien. Entonces vayamos- le extendí mi brazo para que lo tomara, y así lo hizo. Y emprendimos el viaje hacia la casa de mi madre, Katherine.
Tengo tantas ganas de ver a mis hijos, a mi madre, a mis hermanos, sobre todo a la pequeña Janet. Se que ya es mayor, tal vez para la gente que no nos conoce, pero sigue siendo la misma niña inocente de siempre. La extraño demasiado. Llegamos en un santiamén, fue como si atravesáramos un portal ya que, no vi pasar el tiempo. Nos encontrábamos en la entrada principal, pero me sorprendí demasiado. Esa no era la casa de mi madre.
-       Liz, ¿donde estamos?
-       Estamos en donde querías estar- me respondió con una sonrisa-
-       Pero yo no quería estar aquí, quería ir a casa de mi madre, y esta no es.
-       Lo se, esta no es la casa de tu madre. Obsérvala bien- y yo comencé a mirar a los alrededores. Era una casa bonita, no tenía un jardín tan grande como el de mi madre, pero se veía hermoso. La casa era preciosa, por fuera porque por dentro aun no la conocía. De pronto oí, como se abría una puerta, mire a la persona que iba saliendo de ella-
-       Janet- susurre aun más asombrado y lleno de alegría. Por fin. Por fin pude ver a mi pequeña hermana, despues de tanto tiempo-
-       Así es Michael. Tu mismo nos transportaste aquí. Janet era la primera persona a la que querías ver, y tu aun no lo sabias- me dijo negando con su cabeza- ven anda, vamos a entrar a su casa- y tomo mi mano y nos introducimos a aquella casa, que era de mi pequeña hermana-
-----------------------------------------------------------------------------

Chicas ustedes ya me conocen, y las que no, pues mis mas grandes saludos, me llamo Cinthya.
Me gusta crear magia, y que la gente crea interesantes las cosas que digo. Soy perfeccionista, no me gusta que las cosas me queden mal, y cuando lo hacen, busco el error y lo extermino.

Esta historia me nacio de un sueño, como la pasada.
Simplemente siento y por eso digo que cuando dios quiere que uno haga algo, que de un aviso, lo manda mediante los sueños, y de ahi viene la inspiración.

Espero que les guste esta historia, la cual sera dividida en 5 partes y las tratare de subir todas hoy, y las que no alcanze, sera mañana.
Quiero ver sus lindos comentarios :)
Un beso.

Dios las bendiga.

Michael Jackson [29/08/1958- 25/06/2009/]

No hay comentarios:

Publicar un comentario